martes, 10 de julio de 2007

La teoría de los enjambres



Pensaba que las hormigas sabían lo que hacían. En mi cocina desfilaban tan seguras que parecía que sabían adónde iban y lo que tenían que hacer. No consideré tan descabellado suponer que sus acciones seguían un método. Si no, ¿cómo podrían trazar carreteras, construir nidos complejos, emprender ataques épicos y hacer todo lo que hacen?
Pues nada más alejado de la realidad. Las hormigas no son versiones en miniatura de ingenieros, arquitectos o soldados, al menos no individualmente. Si se trata de tomar una decisión, las hormigas están perdidas. ‘‘Observe una hormiga intentando hacer algo sola, su ineptitud es impresionante’’, comenta Deborah M. Gordon, bióloga de la Universidad de Stanford. Entonces, ¿cómo explicar el éxito que han tenido en la Tierra las cerca de 12 000 especies de hormigas que se conocen? Algo deben haber aprendido después de 140 millones de años.
‘‘Las hormigas no son listas –dice Gordon–. Las colonias de hormigas, sí’’. Una colonia de hormigas puede resolver problemas que serían imposibles para uno de sus miembros aislado, como encontrar el camino más corto a la fuente de alimento óptima, asignar trabajadores a diferentes tareas o defender su territorio. Como individuos, las hormigas podrán ser poco sagaces, pero como colonias responden de forma rápida y eficiente a su entorno. Lo consiguen gracias a la inteligencia de enjambre.
El origen de esta inteligencia constituye uno de los interrogantes fundamentales de la naturaleza. ¿Cómo se suman las acciones simples de los individuos para dar forma al complejo comportamiento grupal? ¿Cómo logran cientos de abejas tomar decisiones críticas sobre su colmena si no están todas de acuerdo? ¿Qué es lo que permite que un cardumen de arenques coordine sus movimientos para cambiar de dirección en un instante como si fuesen un solo organismo plateado? Las habilidades colectivas de estos animales –ninguno de los cuales alcanza a percibir la situación general, pero todos contribuyen al éxito del grupo– siguen pareciendo algo milagroso, incluso para los biólogos que los estudian. Además, en las décadas, más recientes, los investigadores han deducido explicaciones fascinantes al respecto. Uno de los factores importantes de las colonias de hormigas, por ejemplo, es que ninguna está al mando. Incluso en un hormiguero con medio millón de hormigas, la colonia opera perfectamente aunque carezca de dirección tal como nosotros la entendemos. Por el contrario, el funcionamiento se basa en incontables interacciones entre individuos y cada uno sigue un conjunto de reglas bastante simple. Los científicos lo describen como un sistema autoorganizado.
Fuente. National Geographic

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