El temblor de 5.6 grados de magnitud que golpeó Newcastle, en New South Wale, el 28 de diciembre de 1989, dejó un saldo de 13 muertos y 160 heridos, y costó 3.5 billones de dólares en daños. El temblor fue ocasionado por cambios en las fuerzas tectónicas causados por 200 años de minería de carbón, según el estudio de Christian D. Klose del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty, de la Universidad de Columbia, en Nueva York. El temblor no fue tan poderoso, pero generalmente a Australia no se le considera como un lugar con actividad sísmica. Es por esto que los edificios de la ciudad no estaban diseñados para soportar un movimiento telúrico de esa magnitud. Además el daño monetario causado por el terremoto excedió el valor total del carbón extraído de esa área. Klose presentó sus hallazgos el mes pasado en una junta de la Unión Americana de Geofísica en San Francisco, California. La extracción de millones de toneladas de carbón en la zona provocó mucho del estrés que disparó el temblor de Newcastle. Pero fue más significativo el bombeo de agua del subsuelo que evitaba la inundación de las minas. Por cada tonelada de carbón, se extraía 4.3 veces más agua, otras operaciones mineras a veces requieren que se extraiga hasta 150 toneladas de agua por cada tonelada de carbón producida. La minería de carbón no es la única actividad humana que puede desencadenar terremotos. Se ha identificado más de 200 temblores causados por humanos, la mayoría en los últimos 60 años. Eran muy raros antes de la Segunda Guerra Mundial. La mayoría eran causados por minería, pero casi un tercio fue a causa de la construcción de reservas. La producción de gas y petróleo también puede desencadenar terremotos. Tres de los terremotos causados por humanos más grandes de todos los tiempos ocurrieron en el yacimiento de gas natural Gazli, en Uzbekistán, entre 1976 y 1984. Cada uno tuvo una magnitud mayor a 6.8 grados. El más grande tuvo una magnitud de 7.3 grados. Los terremotos ocasionados por humanos son particularmente peligrosos, si suceden en áreas sísmicamente inactivas. En parte porque las personas no están preparadas, pero también porque, las regiones naturalmente inactivas son muy sensibles porque el estrés se ha acumulado por largos periodos de tiempo. Una solución sería encontrar una forma que no reduzca el agua en la mina. Pero hasta donde él sabe, los ingenieros mineros no están examinando esta posibilidad porque no conocen los riesgos sísmicos. El peligro también es relevante en las propuestas para remover dióxido de carbono al inyectarlo en formaciones geológicas subterráneas profundas, donde el gas no puede escapar y contribuir al calentamiento global. Eso también altera el nivel de estrés en la corteza, el riesgo sísmico debe ser tomado en cuenta al planear las ubicaciones de tales instalaciones. El nuevo descubrimiento indica que otros factores están ahora incluidos. Más aún, la secuestración subterránea de carbono podría ser una bendición con ventajas y desventajas desde el punto de vista de las aseguradoras. Un plan de secuestración de carbono podría reducir el riesgo de algunos tipos de daños (como el de los huracanes, que, según algunos científicos se han reforzado con el calentamiento global) y al mismo tiempo aumentar el riesgo de otros, como el de los terremotos.
domingo, 13 de mayo de 2007
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