La sensación de frío que tenemos al comer un helado o tomar algo frío descansa sobre una sola proteína que hace de receptor al frío y que nos proporciona esa sensación de frescor. Esta proteína también es sensible a la presencia de mentol y proporciona alivio frente al dolor.
¿Se ha planteado alguna vez de dónde proviene la sensación de frío cuando consume algo con menta? Cuando vaya a comerse un helado, saboree una bebida fría o masque un chicle de menta piense que comparte con los ratones la proteína TRPM8 y que ésta es la que le proporciona en todos esos casos esa sensación de frescor. Al menos esto es lo que se mantiene en tres artículos publicados en Nature y Neuron recientemente.
El sensor proteínico controla además el efecto de alivio frente al dolor que produce la baja temperatura, pero no parece jugar ningún papel en la respuesta de dolor que se tiene cuando la temperatura baja por debajo de 10 grados centígrados.
TRPM8 pertenece a la misma familia de proteínas que detectan el calor y el capsaicin, el compuesto químico presente en las guindillas o pimientos picantes y que los hace sentir como si estuvieran calientes (curiosamente en inglés hot además de “caliente” también significa picante. Estas proteínas están sobre la membrana celular de determinadas neuronas y forman canales iónicos que se abren o cierran en respuesta a señales externas.
Tanto las temperaturas frías como la presencia de mentol hacen que la proteína TRPM8 se abra permitiendo que los iones de calcio y otras cargas positivas pasen al interior de la célula. Tanto los ratones como los humanos contamos con el gen que codifica esta proteína. En cultivos ambas versiones abren sus canales por debajo de 27 grados centígrados.
Ahora tres equipos distintos de investigadores han creado independientemente un ratón mutante que no produce dicha proteína y han estudiado sus efectos.
Los tres grupos encontraron que los ratones se hicieron casi insensibles a temperaturas bajas moderadas y al mentol, aunque presentaban una respuesta a las temperaturas mucho más bajas, lo que significa que para ese caso la proteína en cuestión no juega ningún papel.
El frío puede anestesiar la piel, aliviar el dolor y combatir la inflamación. Uno de estos grupos de investigación inyectó a los ratones un compuesto que les producía dolor y los pusieron en una plataforma fría para medir durante cuanto tiempo los ratones se estremecían de dolor.
Pudieron comprobar que los ratones mutantes se estremecían durante más tiempo, lo que demostraba que la TRPM8 es responsable del alivio del dolor inducido por el frío.
La proteína además parece estar relacionada con una condición para la cual las personas que la padecen son hipersensibles a las bajas temperaturas. Un grupo de investigadores indujeron quirúrgicamente esta condición en ratones y comprobaron que los ratones mutantes sin TRPM8 no padecían este problema cuando eran expuestos al frío, al contrario que sus compañeros no mutantes.
¿Alguien se atreve con un helado de guindillas o con una taza de ardiente infusión de menta? Quizás algún cocinero de diseño.
¿Se ha planteado alguna vez de dónde proviene la sensación de frío cuando consume algo con menta? Cuando vaya a comerse un helado, saboree una bebida fría o masque un chicle de menta piense que comparte con los ratones la proteína TRPM8 y que ésta es la que le proporciona en todos esos casos esa sensación de frescor. Al menos esto es lo que se mantiene en tres artículos publicados en Nature y Neuron recientemente.
El sensor proteínico controla además el efecto de alivio frente al dolor que produce la baja temperatura, pero no parece jugar ningún papel en la respuesta de dolor que se tiene cuando la temperatura baja por debajo de 10 grados centígrados.
TRPM8 pertenece a la misma familia de proteínas que detectan el calor y el capsaicin, el compuesto químico presente en las guindillas o pimientos picantes y que los hace sentir como si estuvieran calientes (curiosamente en inglés hot además de “caliente” también significa picante. Estas proteínas están sobre la membrana celular de determinadas neuronas y forman canales iónicos que se abren o cierran en respuesta a señales externas.
Tanto las temperaturas frías como la presencia de mentol hacen que la proteína TRPM8 se abra permitiendo que los iones de calcio y otras cargas positivas pasen al interior de la célula. Tanto los ratones como los humanos contamos con el gen que codifica esta proteína. En cultivos ambas versiones abren sus canales por debajo de 27 grados centígrados.
Ahora tres equipos distintos de investigadores han creado independientemente un ratón mutante que no produce dicha proteína y han estudiado sus efectos.
Los tres grupos encontraron que los ratones se hicieron casi insensibles a temperaturas bajas moderadas y al mentol, aunque presentaban una respuesta a las temperaturas mucho más bajas, lo que significa que para ese caso la proteína en cuestión no juega ningún papel.
El frío puede anestesiar la piel, aliviar el dolor y combatir la inflamación. Uno de estos grupos de investigación inyectó a los ratones un compuesto que les producía dolor y los pusieron en una plataforma fría para medir durante cuanto tiempo los ratones se estremecían de dolor.
Pudieron comprobar que los ratones mutantes se estremecían durante más tiempo, lo que demostraba que la TRPM8 es responsable del alivio del dolor inducido por el frío.
La proteína además parece estar relacionada con una condición para la cual las personas que la padecen son hipersensibles a las bajas temperaturas. Un grupo de investigadores indujeron quirúrgicamente esta condición en ratones y comprobaron que los ratones mutantes sin TRPM8 no padecían este problema cuando eran expuestos al frío, al contrario que sus compañeros no mutantes.
¿Alguien se atreve con un helado de guindillas o con una taza de ardiente infusión de menta? Quizás algún cocinero de diseño.
Fuente: Nature
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