viernes, 22 de junio de 2007

Las plantas reconocen a sus parientes.



Descubren que las plantas son altamente competitivas cuando se las fuerza a compartir un mismo lugar con otras plantas de la misma especie pero no emparentadas genéticamente.
La habilidad de reconocer a los miembros de la familia de los extraños es una característica propia de los animales. Les permite cooperar, compartir recursos y por tanto beneficiarse mutuamente. La selección por parentesco sirve para proteger a los miembros de una misma familia de una competitividad que haría que desperdiciaran recursos. Como la meta es perpetuar un acerbo genético específico, esto se garantiza si cualquiera de los miembros de una familia sobrevive.
Esta habilidad de reconocer a los parientes se creía que era una exclusiva de los animales, pero ahora se ha descubierto que no es así y que las plantas parecen tener una interesante vida social.
Susan Dudley de McMaster University (Hamilton, Canadá) ha descubierto que cuando plantas de la misma especie comparten una maceta se vuelven competitivas produciendo más raíces. Éstas les permiten conseguir más agua y nutrientes antes que sus vecinas de la misma maceta, pero hacen esto sólo cuando no están emparentadas genéticamente.
Como las diferencias entre grupos de extraños y de parientes sólo ocurren cuando comparten la maceta las raíces deben de interaccionar de algún modo para tener algún tipo de reconocimiento de parentesco.
Debido a la falta de memoria, o incluso de sistema nervioso, este comportamiento social complejo, así como el altruismo hacia sus parientes, es muy interesante.
Los experimentos se basaron en la especie Cakile edentula, una planta de la misma familia que la mostaza y nativa de las costas de Norteamérica incluyendo la región de los Grandes Lagos.
Los jardineros conocen desde hace tiempo que algunos emparejamientos de plantas son mejores que otros y los científicos están estudiando ahora qué es lo que pasa.
Lo que esta investigadora ha encontrado es que las plantas procedentes de la misma progenitora son más compatibles unas con las otras que las plantas de la misma especie que tienen diferente planta progenitora. El hallazgo ha sido publicado recientemente en Biology Letters.
En otros experimentos aún sin publicar esta investigadora ha podido comprobar que este comportamiento se da también en otras especies de plantas, apreciándose también un crecimiento mayor de tallos (presumiblemnete para captar más luz solar) cuando las plantas no son parientes.
Conforme más se sabe acerca las plantas más complejas parecen ser las relaciones entre ellas. Esta investigadora opina que debido esto es difícil predecir qué es lo que ocurrirá si se mezclan diversas plantas, al igual que se desconoce qué ocurrirá cuando se mezcla gente variopinta en una fiesta.
Se ignora cómo las plantas reconocen las que están emparentadas con ellas, siendo de momento un misterio. En otros estudios se ha podido comprobar que plantas bajo el ataque de insectos emiten señales químicas a las demás para advertirlas y que se puedan proteger de los mismos. Algunos investigadores han especulado que las plantas se comunican entre sí a través de sus raíces identificándose a mediante determinadas “firmas” químicas. Dudley sugiere que quizás una proteína o compuesto químico sería producido por cada grupo de plantas emparentadas y las demás podrían reconocerlo mediante las raíces.
Este descubrimiento es importante en agricultura porque la competencia entre plantas reduce la producción de los campos de cultivo. Teóricamente plantando juntas a las plantas que están emparentadas se reduciría esta competencia y aumentaría la producción.
En todo caso aunque parezca que las plantas son unos seres muy inanimados no lo son tanto. La próxima vez que coloque a varias plantas de una misma especie en una misma maceta piense si están emparentadas o no. En su mundo las “familias” están bien avenidas.
Fuente. McMaster University.

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